SIN DESPEDIDA
Este yo que perora es quien más puede,
de entre mis ignorantes,
modular en canción su pensamiento.
Es el más sabio,
por más agradecido y por más justo.
El que sabe que sabe,
porque ha sido feliz sin más propósito,
con talento de incauto irreflexivo,
con actitud de huésped temerario.
Desde la cima de esta edad, quien reza
en mí con esperanza sin objeto
quiere elevar su adiós.
Quiere ofrecer su despedida al aire,
y que esa gratitud remonte el vuelo,
como un ave extasiada allá en sus nubes.
Antes de que claudique la conciencia,
antes de que el azar
borre la inspiración de los sentidos,
y tuerza en pesadumbre
su fanático rumbo de esperanzas,
ojalá que el ardor de este aleluya
pueda pagar en júbilo su deuda.
Ojalá concurramos
por distintos caminos al festejo:
la vida y el vivir son nuestro hechizo,
el vivir y la vida son el arte.
Aupémonos, aupemos
la voz del corazón hasta la cima
de ese vitral de azules impasibles.
Estoy desmemoriado
para la desventura y para el luto.
En arrogante ceguedad estoy
contra cualquier amago de tristeza.
Brindo por este sueño cristalino,
bebo a nuestra salud vino inocente,
para estrellar mi copa contra el suelo
de nuestro prodigioso mundo vano.
Aupémonos. Salud. Hasta la cima.
A más ver, a más ser, más aleluya.
(Carlos MARZAL, Fuera de mí, Visor, Madrid, 2004, pp. 78-79)
No hay comentarios:
Publicar un comentario